Montecristi, República Dominicana. – Con visibles signos de dolor y todavía conmocionada, Katherine Altagracia Rodríguez Gómez, la joven que fue secuestrada y brutalmente agredida por su expareja, narró los momentos de terror que vivió durante el hecho ocurrido en el municipio de La Mata de Santa Cruz, en la provincia Montecristi.
El secuestro y la agresión
En declaraciones ofrecidas tras su rescate, Katherine relató que se encontraba trabajando en una banca de lotería alrededor de las 6:00 de la tarde, cuando su expareja —identificado como Adeuri, quien había salido de prisión ese mismo día— llegó acompañado de otro hombre conocido como “El Blanquito” o Joan, supuestamente su sobrino.
“Yo estaba en mi banca y ellos llegaron. Me agarraron por los cabellos. Intenté cerrar la puerta, pero no pude porque eran dos. Me montaron a la fuerza en una motocicleta”, narró la joven entre lágrimas.
De acuerdo con su testimonio, fue trasladada hacia una zona apartada cerca de un río y luego dentro de un área boscosa, donde fue golpeada salvajemente y apuñalada en dos ocasiones.
“Me dio muchos trompones y me dio una puñalada…”, expresó con voz entrecortada.
Rescate y recuperación
Gracias a un mensaje de auxilio que logró enviar a un vecino, las autoridades y residentes de la comunidad activaron una búsqueda inmediata, lo que permitió su localización con vida alrededor de las 8:00 de la mañana del día siguiente, en las cercanías del distrito municipal Santa María, en Pepillo Salcedo.
La joven fue trasladada de urgencia a un centro médico, donde recibió atención por heridas cortantes, traumas y golpes múltiples. Actualmente, se recupera satisfactoriamente.
“Estoy viva de milagro”, manifestó la víctima, agradeciendo a Dios y a quienes colaboraron en su rescate, al tiempo que pidió justicia para que “ninguna otra mujer pase por lo mismo”.
Investigación y búsqueda del agresor
La Policía Nacional y el Ministerio Público mantienen activas las investigaciones para localizar y arrestar a Adeuri, quien dejara a la víctima por muerta tras la agresión.
El caso ha generado profunda indignación y llamados de justicia en toda la región noroeste, donde organizaciones sociales y comunitarias demandan mayor protección para las mujeres y sanciones ejemplares contra los agresores reincidentes.
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