Desde joven, Pedro García demostró una habilidad notable para el béisbol. «En octavo grado, le dije a la profesora que quería dólares y dejé la escuela,» cuenta Pedro. «Nueve meses después, me deportaron.»
Pedro, conocido como el mejor pelotero de su comunidad, narra cómo su vida cambió radicalmente tras firmar un contrato millonario. «Después de recibir esa gran cantidad de dinero, me dediqué a una vida de lujos y excesos.»
Durante la entrevista, Pedro revela con franqueza sus errores. «Me dediqué completamente a la pelota porque era un buen pitcher. Me llamaban para lanzar con hombres adultos cuando yo todavía era un niño,» recuerda. Su talento lo llevó rápidamente a las Grandes Ligas, pero con la fama y el dinero vinieron las distracciones.
«Me involucré con muchas mujeres y dejé de enfocarme en mi carrera,» confiesa Pedro. «El perreo no deja nada en la pelota,» admite, refiriéndose al tiempo que pasaba en fiestas y discotecas en lugar de entrenar. «Los scouts me observaron desde los 14 años y firmé mi primer contrato a los 19.»
La tragedia golpeó cuando su mentor en las Grandes Ligas falleció en un accidente. «Él iba a hacerme abridor en el equipo, pero murió, y ahí se fueron mis sueños de las Grandes Ligas.»
El descenso de Pedro fue rápido y doloroso. «Me metí en problemas legales, me deportaron y terminé perdiendo todo,» dice. «Tuve que aprender a sobrevivir haciendo trabajos menores, incluso recogiendo cerezas.»
Pedro reflexiona sobre su pasado con arrepentimiento, pero también con un sentido de aceptación. «Hoy en día, recojo cerezas para vivir. Puedo hacer 700 u 800 pesos al día,» cuenta. Aunque reconoce que su historia es una advertencia, también la ve como una lección valiosa sobre las decisiones y las consecuencias.
Al finalizar la entrevista, Pedro hace un llamado a los jóvenes peloteros: «Escuchen a los más viejos, enfoquen sus esfuerzos en el deporte y eviten las distracciones que pueden destruir sus carreras.»
Pedro García, una vez en la cima del mundo del béisbol, ahora lucha por reconstruir su vida, esperando que su historia sirva de guía y advertencia para las nuevas generaciones.