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Preocupante ola de delincuencia juvenil en República Dominicana

4 de noviembre de 2025

SANTO DOMINGO, RD.– El caso de Ángel, alias “El Diablón”, un niño de apenas 13 años señalado por las autoridades como cabecilla de una banda delictiva en Santo Domingo, ha conmocionado al país y expuesto una dura realidad: la creciente participación de menores de edad en redes criminales.

Lejos de tratarse de un hecho aislado, la historia de este adolescente refleja una crisis social silenciosa, donde la pobreza, la desintegración familiar y la falta de oportunidades empujan a cientos de jóvenes hacia un camino de violencia y desesperanza.

La historia de Pedro: de un juego infantil al mundo del delito

Pedro —nombre ficticio para proteger su identidad— tiene 15 años y accedió a relatar cómo pasó de ser un estudiante inquieto a líder de una banda juvenil en su barrio.

Todo comenzó “como un relajo entre panas”, recuerda. Robaba pequeños objetos a compañeros de escuela, sin imaginar que ese impulso de adrenalina se transformaría en una conducta adictiva.

Sin guía ni supervisión familiar, Pedro fue reclutado por jóvenes mayores que le ofrecieron dinero y “protección” a cambio de cumplir encargos. Aprendió rápido el lenguaje y las reglas de la calle. “Uno no se da cuenta hasta que ve la pistola de verdad”, confiesa, con la mirada perdida.

Una niñez en riesgo: síntomas de un sistema que falla

Casos como los de Ángel y Pedro son la muestra más evidente de un sistema que no logra proteger a su infancia más vulnerable. En sectores como Villa Faro, Los Guandules o Capotillo, se ha vuelto común ver adolescentes involucrados en hurtos, microtráfico o violencia callejera.

Sociólogos consultados coinciden: estos menores no delinquen por maldad, sino por carencia. Dentro de las pandillas, encuentran lo que el hogar y el Estado no les ofrecen: atención, respeto y sentido de pertenencia. “Las bandas funcionan como familias sustitutas para muchos niños abandonados por las instituciones”, afirma un experto en conducta juvenil.

El panorama empeora cuando adultos delincuentes utilizan a estos menores como mano de obra, aprovechando que su edad les garantiza penas más leves o incluso impunidad.

Romper el ciclo: propuestas para enfrentar la delincuencia juvenil

El caso de “El Diablón” plantea una pregunta urgente: ¿cómo frenar este ciclo de violencia y abandono?

Especialistas y trabajadores sociales coinciden en que la solución no está solo en la represión, sino en un cambio estructural que combine educación, oportunidades y acompañamiento social.

Entre las acciones propuestas destacan:

  • Reforzar los programas de reinserción social y educativa, ofreciendo verdaderas alternativas al delito.

  • Aplicar sanciones firmes contra los adultos que reclutan o utilizan menores para actividades criminales.

  • Promover la educación emocional y la orientación comunitaria, para fortalecer la autoestima y la resiliencia de los jóvenes.

  • Aumentar la presencia del Estado en los barrios marginados, no solo con policías, sino con empleo, cultura y deporte.

Una advertencia para el país

El caso de “El Diablón” debe interpretarse como una señal de alerta nacional. Cuando un niño se convierte en líder criminal, la sociedad ya perdió la batalla mucho antes.

La delincuencia juvenil no es solo un tema de seguridad: es un espejo del abandono social. Y solo cuando República Dominicana decida mirar de frente esa realidad, podrá construir un futuro donde ningún menor encuentre en el crimen su única salida.

 

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